La primera vez que leo algo coherente sobre el tema de los chiringuitos, y la primera vez que coincido con el periodista que lo escribe:
'Save the law'.
FERNANDO SANTIAGO
Se ha puesto en marcha una intensa campaña para evitar la aplicación de la Ley de Costas y sus reglamentos a los chiringuitos de playa. Se utiliza para tal fin el nombre de la ONG Save the Children con un patético juego de palabras: Save the chiringuitos. Los argumentos son de una puerilidad extraordinaria: la tradición, la flexibilidad, las costumbres andaluzas o la economía. Todo un rosario de objeciones para evitar la aplicación de una ley que tiene más de 20 años. Desde los chiringuitos iremos a por las marismas, a por el dominio público, a por las exigencias de garantizar el acceso al litoral, al efecto económico que tiene construir al borde del mar y desde allí volveremos en un bucle retórico hacia la tradición, la flexibilidad y las costumbres. No está muy claro por qué ha de impedirse la aplicación de la ley a partir de una supuesta tradición, como si la existencia de chiringuitos desde la época de los romanos eximiera de cumplir la ley. También la esclavitud duró siglos ¿cuál es el límite para una tradición? ¿Lo es la violencia machista? ¿Y la explotación de los inmigrantes? ¿El señoritismo andaluz es una tradición? ¿Cuánta tradición hace falta para que no se aplique una ley? ¿Se mide en años, en siglos, en número de personas? Eso por no entrar en la supuesta idiosincrasia andaluza. ¿Es que aquí gusta más un chiringuito que en otro lado? Si en Cataluña han aplicado la Ley de Costas, ¿en Andalucía somos más chulos que nadie, más tradicionalistas y de las jons, más flexibles, tenemos otra idiosincrasia?